-Hogar-

Caminaba por las espesas hojas, en ese momento tintadas de un color anaranjado, el cual provenía del suave sol que había comenzado a saludar entre los grandes árboles verdes de la selva húmeda que la rodeaba, las copas de los cuales empezaron a brillar en un espectáculo lleno de luminosidad, color y magia, en aquel instante supo que estaba en casa. 

Sus pies descalzos y llenos de barro, comenzaron a calentarse con aquellos cálidos rayos de sol del amanecer mientras intentaba ascender por un alto tronco. Sentía aquel calor que como un dulce beso la llenó de energía y luz. Sabía que ella se fundía con el bosque. 

Su alma ascendía con cada vibración de las aguas claras que brotaban de las cascadas oídas en la distancia, mientras seguía vagando con sus pies desnudos cada vez más llenos de tierra, pero sentía que aquello era vida. Cada respiración, con aquel olor a mojado y cada roce de las yemas de sus dedos en las vivas flores le recordaban que ella misma era lo único que necesitaba, ella era su propio santuario y la naturaleza su más pura madre. 


Empezó a llover, pero continuaba con su viaje, el viaje entre aquel paisaje que le estaba curando el alma, su energía interior, su espíritu, brillaban en una danza de miles de tonalidades. Dejó que las gotas de aquella lluvia fuesen sus únicas lágrimas, para ella, eran como caricias y las montañas que comenzaba a ver como hermanas que había olvidado. 

Había llegado, un gran lago de pigmento azul turquesa y una alta cascada que zigzagueaba por rocas de aspecto resbaladizo llenas de musgo le esperaban. Metió sus pies y poco a poco se sumergió en las aguas frías que la restauraron. Se dejó llevar por ellas, y en ese momento de calma, podía oírlo todo, sentirlo todo, apreciarlo y por primera vez podía sentir como la verdadera vida corría por sus venas. Ella mudó de piel.

Los pájaros cantaban a su alrededor, el choque de las hojas al viento les seguía, la cascada componía su propia canción y la lluvia con su sonido, demostraba la fuerza de lo absoluto. Había olvidado quien era, simplemente sabía que pertenecía allí, todos los vacíos se habían llenado, estaba completa.

Fotografía: Claire Michelle  

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-VICTORIA-

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